1948 Despedida peregrinos a Santiago

santiago cursillos

Ha llegado, por fin, la hora de Dios. La hora largamente anhelada y presentida

Ha llegado, por fin, la hora de Dios. La hora largamente anhelada y presentida con ansias vivas de 12 años, la hora que nos preparó otra generación de la que los 7.000 mejores ofrendaron su sangre en testimonio de su fe, con un ancho grito de Cristo Rey y una clara consigna que escuetamente decía: “Para Santiago, santos”; la hora que la Madre España espera con espera anhelante, ahora en que no se puede uno asomar sin escalofrío a la ventana del mundo y en que la tierra avanza hacia nuevos destinos misteriosos y en que los españoles nos agarramos al sagrado madero de una cruz que no queremos que naufrague y que no nos deje naufragar; la hora que ha sido y es y será por muchos años el palo mayor que sostiene la vela que hincha nuestras ambiciones juveniles; la hora de la Iglesia que por mano del Pontífice nos manda su Legación, mientras en uno de sus últimos discursos nos dice que el porvenir del mundo es de la juventud, de una juventud que sepa conquistarlo y dominarlo, de una juventud que sepa marchar en primera línea y ser milicia de vanguardia para la Cristiandad.

Ha llegado, peregrinos, vuestra hora, los bordones nos tiemblan en las manos temblorosamente impacientes; los ojos se nos suben hacia la altura para ver de divisar en lontananza las agujas de la Catedral compostelana, y el espíritu vibra sintiendo el vibrar de las cenizas del Apóstol de la Hispanidad que por nosotros cabalgará de nuevo en la Historia para la conquista total e Íntegra del mundo para Dios.

Y nos concentramos aquí en son de despedida que creo que casi huelga, pues llevándonos con nosotros a la Madre, siempre es poco lo que dejamos por lo que con nosotros se va. Pero siguiendo la santa tradición mallorquina, no podíamos hacernos a la mar sin despedirnos del Santo Cristo del Milagro, que en esta Parroquial Iglesia se venera. Y aquí hemos traído a la Virgen Peregrina para que se despidiera de él. Y yo pienso que ha de ser muy dulce para Cristo y para su Madre esa despedida porque ella se va para ser conductora y capitana de una juventud que recibirá en Santiago el espaldarazo del Apóstol para las grandes empresas apostólicas que Dios nos depare, se va para asistir a la mayor demostración de fe en extensión y en intensidad que haya tenido cabida ante el Pórtico de la Gloria. Se va llevando 800 peregrinos y retornará trayendo 800 apóstoles. Por eso la despedida tiene que llenar de ancho gozo el corazón de Cristo y el corazón de su Madre.

Sólo una ausencia puede empañar el gozo de esta hora: es la ausencia de nuestro Primer Peregrino, la ausencia del Pastor que días tras día y hora tras hora ha ido formando con su orientación y con su aliento, con su ejemplo y con su palabra, la promoción de Peregrinos; y que después de haber empezado en Lluch la peregrinación simbólica y después de exigirnos nuestro juramento de peregrinos de ser puros, apóstoles, mártires y santos; después de costear a más de 15 peregrinos pobres el camino que lleva a Dios, porque Dios lo quiere, tiene que quedar sin ir.

Nos despedimos de ti, católico pueblo de Mallorca. Únete a nosotros en estos días grandes para la cristiandad. Comulga con nosotros en la común unión de la Comunión de los Santos: Al fin y a la postre nuestro sudor, nuestra fatiga, nuestros sacrificios los ofreceremos por ti y por tu juventud: por esa juventud de que tenemos sed, como Cristo, y que con Cristo y por Cristo habremos de llevar a los pies de Dios.

Peregrinos: Recibid ya la bendición del Señor. El cielo nos mira. Los mártires nos sonríen. La Iglesia nos empuja. Y España nos espera. Dios lo quiere. El mundo es nuestro porque debe ser de Cristo. Nada ni nadie puede detenernos ya. Haremos resonar sobre las piedras compostelanas el ardor de esta tierra bendita. A la paz de Dios, cantando el himno del triunfo eterno, el himno del Rey bajo cuya enseña partimos y por cuyo reino lucharemos, aunque nos cueste la vida.

Mallorca, 25 agosto 1948
Parroquia de Sta. Eulalia