La amistad

La amistad

amistad cursillos cristiandad

Entre los grandes dones que el hombre puede recibir, ninguno hay más valioso como el de la amistad.

Si buscamos en el Diccionario la palabra amistad, tomamos consciencia de la infinita distancia que puede haber entre una definición y una realidad. La amistad, dice el Diccionario, es un afecto puro y desinteresado. Seguramente no se puede decir más; sin embargo, quien no ha experimentado la profundidad del don de la amistad, ¿se formará la más ligera idea de la belleza, de la magnitud, de las dimensiones, de las exigencias, de las maravillosas consecuencias que se derivan de la amistad? La del Diccionario es una definición pobre, fría, helada. Y la amistad real quema: es cálida, es cordial, es entrañable.

Tan maravillosa es la fuerza de la amistad, que alguien ha dicho que la vida, para el hombre, es la capacidad que él tiene de experimentar y gozar del don de la amistad. Me refiero a la amistad cuando ésta es auténtica. No me refiero a esos amigos “light”, sino al amigo “fetén”, intocable, sin el cual mi vida hasta podía torcer su rumbo. Es un amigo que es amigo por encima de sus defectos y sus virtudes, y al que quiero a pesar de sus defectos y sin exigir sus virtudes.

Cristo se hizo hombre –asumió una naturaleza humana, con todas sus posibles deficiencias y limitaciones, para hacerse y ser amigo del hombre, de todo hombre, hombre y mujer.

Cuando se experimenta la amistad de Cristo –el Dios que me saca de la nada, el que me conoce hasta en sus más recónditos vericuetos, el que me acompaña sin apartarse jamás de mi lado, el que se alegra de saberme bien y de que en este momento tenga un rato bueno- se multiplica en mí el gozo de serle amigo, el gozo de sentirme su amigo.

Recordemos quizás aquella tarde de la Clausura de mi Cursillo, cuando lo habría dado todo por no perder su amistad: es el magnífico, delicioso, grandioso misterio del Cristo-amigo, del amigo que lleva la amistad a su cima más alta: la de dar incluso la vida por los amigos.

No importa que no convivan; no importa que pase algún tiempo sin volverse a ver. El amigo entiende al amigo sin palabras. La amistad es cauce para el acercamiento, el acercamiento se hace deseo de convivencia, y la convivencia deviene en intimidad. Para el amigo está abierto no sólo el corazón sino la vida. No hay rincones oscuros o ignorados para el amigo. La amistad oxigena el encuentro, y lo hace más agradable, más sabroso, más vivo. De ahí la sentencia antigua: Quien tiene un amigo, tiene un tesoro. El tesoro aquel del evangelio, por el que vale la pena subastarlo todo, renunciar a todo para lograr el tesoro.

La amistad no necesita de impulsos externos; puede permitirse altibajos, pero siempre sale a flote. Nadie creería que la amistad no fuera indisoluble; uno diría que, aunque caigan las torres más altas, sus ruinas verían que la amistad permanece impasible.

Nunca el amigo creerá el chisme sobre el amigo; la amistad no es vulnerable; resiste a todos los temporales.

Las palabras del amigo pueden no ser entendidas, pero nunca serán malentendidas; son palabras que merecen siempre una interpretación amable, benigna, benévola.

El Movimiento de Cursillos no ha inventado el campo de la amistad, pero el Movimiento de Cursillos sólo se entiende desde la amistad, en la amistad.

Quien no sabe dejarse llevar por la amistad, nunca va a entender el Movimiento de Cursillos; todo él se desarrolla en clave de amistad. Si se quiere [hacer] un Precursillo, hay que abrir caminos a la amistad. Lo que convence en el cursillo no será la organización ni la retórica; uno admite a Cristo en su vida, cuando los tres días han sido un espacio para la amistad; el mejor equipo es el que más capacitado está para hacer vivir la amistad entre sus miembros; el que más capaz es de abrirse a la amistad de todos. Y el que quiera promover la eficacia de un Poscursillo, logrará su empeño en cuanto esté dispuesto a acompañar al otro como amigo. Quien no sepa ser amigo, no llame a las puertas de Cursillos; está imposibilitado para comprenderlos; Dios le ha destinado a desarrollarse en otras praderas.

Cuando existe clima de amistad, uno se siente impulsado a obtener un mayor conocimiento del amigo, para poder abarcar la amistad en toda su extensión, para poder quererla con profundidad mayor. Todas las minucias del amigo son importantes para el amigo; sólo el amigo sabe captar, en un abrir y cerrar de ojos, toda la hondura de las posibilidades y las entregas del amigo.

La amistad no obliga a que el otro tuerza sus caminos ni cambie sus criterios, cada uno sigue siendo piloto de su persona. Ello implica tener fe en el otro, poner la propia esperanza en el otro, derramar amor sobre el otro.

Hablar de “la amistad para” es desnaturalizar la amistad. En cuanto a la amistad se le coloca “un para”, deja de ser amistad. Es esencial a la amistad el que sea desinteresada y a fondo perdido. Cuando con la amistad se intenta algo que no sea estrictamente amistad, se está liquidando la amistad.

Cuando la amistad se enfría, algo hay que la derrumba. Entonces habrá que ir a las mismas raíces de la amistad, no ya para comprobar si hay razones para el enfriamiento, cuanto para saltar sobre todos los obstáculos que ponen en peligro la amistad. Cualquier esfuerzo es pequeño para salvar.

La amistad está siempre abierta a la sorpresa y al asombro; siempre hay algo que comentar con el amigo; la conversación nunca termina; las despedidas se hacen eternas, y si puede ser, tienen su apéndice o su estrambote en el teléfono. Cuando la amistad –como en nuestro caso- va montada en valores trascendentes, el dinamismo de la amistad ronda el campo del milagro, del imposible.

No es raro, no, que el cancionero nos diga que “algo se muere en el alma cuando el amigo se va”. No es raro, no, que el gran Virgilio hablara del amigo como “animae dimilium muae”, la mitad de mi alma. Y Cristo en el colmo de su entrega: “Os voy a llamar amigos”.


Ilusión, entrega y espíritu de caridad

Ilusión, entrega y espíritu de caridad

caridad cursillos cristiandad

A todos interesará conocer la génesis, el nacimiento, la procedencia y el momento en que surgió el trípode: ilusión, entrega y espíritu de caridad.

Son tantas las veces que, desde que un día, en aquel Rollo Preliminar de nuestro Cursillo, hemos oído hablar y hemos hablado de ilusión, entrega y espíritu de caridad, que creo que a todos habrá de enriquecernos el profundizar en el contenido de esta trilogía.

Era en Mallorca: en la Escuela de Dirigentes, que Dios estaba fraguando esta gran aventura del Movimiento de Cursillos. Y era muy tarde, se estaba configurando el Rollo de Ideal, que fue uno de los que más guerra dieron, de los que más costó entrar.

El Rollo de Ideal debía ser un aperitivo, un despertar los jugos gástricos de la personalidad del cursillista, un abrir panorámicas, para apercibirnos de la falsedad de las posturas de quienes no tienen ideal, y de la incongruencia de quienes teniendo uno, no se entregan a él.

El Rollista expresó el Rollo, al que, como en todos dentro de la Escuela, siguieron los comentarios. Uno se levantó para decir que el Rollo, dado de aquella forma, era negativo, contraproducente, porque se limitaba a una lección de psicología, sin alma, sin nervio, sin interés. Le faltaba, dijo, optimismo, empuje, ilusión.

A otro comentarista le pareció que, aun siendo aprovechable, el Rollo se quedaba en la línea de lo escuetamente racional, intelectual; el Rollo, decía, es inútil si no despierta, aunque sea inicialmente, un primer paso de generosidad, de entrega: el Ideal supone no solo un elemento estático – un conjunto de ideas – sino también un elemento dinámico, el motor para llevarlas a la realidad.

La discusión se enzarzó, se hizo desagradable, casi violenta. Por eso, alguien tuvo que decir que el Rollo conducía a echar por tierra el espíritu de caridad, que debía reinar siempre en todas nuestras cosas, el camino era equivocado.

Yo estaba allí: era el Consiliario de la Escuela. Solo me quedaba reunir, agrupar, aquellas tres ideas –ilusión, entrega, espíritu de caridad– que uno y otro habían expuesto. En aquel instante, sin darnos cuenta, había nacido esa trilogía que debía dar la vuelta al mundo, en andas del Movimiento de Cursillos de Cristiandad. A la semana siguiente, es decir, en la primera reunión después de aquella, la Escuela empezaba su trabajo recitando la oración que, desde entonces, siempre que oigo esta fórmula, tengo un pequeño momento de cercanía, la presencia de Cristo: los hombres éramos simples instrumentos en sus manos; quien escribía era Él.

Majadahonda, 5 noviembre 1967
Convivencia Cursillistas


Pienso que esta Ultreya

Pienso que esta Ultreya

ultreya cursillos cristiandad

Pienso que esta Ultreya es comunidad de fe confesada, celebrada y vivida.

Comunidad de fe confesada en la adhesión a la Palabra de Dios que es iluminadora y eficaz; celebrada en los Sacramentos los cauces los gestos a través de los cuales se significa la presencia viva y dinámica de Dios en cada uno de los creyentes y vivida en la caridad que es alma de toda acción evangelizadora, pienso que esta Ultreya es síntoma y expresión de una Iglesia que quiere sacar a los laicos de la pasividad de espectadores en la vida Iglesia o de meros ejecutores de unas consignas y unas tareas en las que ellos no han tenido voz.

El Concilio vino a derribar esta vieja arquitectura, para reconocer la mayoría de edad del laico, que, siendo mayor de edad, sienta la llamada primera y principal a la santidad y el mandato de Cristo que a todos nos hace evangelizadores. Nuestro Cardenal dudaba, hace pocos días, en una de sus alocuciones que fuera cristiano el cristiano mudo. Y es que, como decía Juan Pablo II:

“Cada discípulo es llamado en primera persona –tú y tú y tú y yo; ningún discípulo -ni tú ni tú ni yo- puede escamotear su propia respuesta a la invitación de Jesús: Id por todo el mundo, y proclamad la Buena Noticia a toda la creación”.

Si evangelizar es la gracia y la vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda, para cada bautizado, por ser miembro de la Iglesia es gracia y vocación y carnet de identidad evangelizar.

Ha llegado el momento de recoger las piedras de los nuevos abatidos, y construir juntos la casa común de una Europa en trance de segunda evangelización. Id vosotros a mi viña; id también vosotros a mi viña; id también los creyentes.

Dejad que piense que ha llegado para el Movimiento de Cursillos su hora magnífica y dramática de construir sobre las ruinas la casa común de una Europa que espera el despertar de toda una Iglesia –de un laicado dormido que le haga volver a sus raíces cristianas: es la hora de la Iglesia evangelizadora, ¡es la hora del Movimiento de Cursillos, nacido urgente a nuestra tarea de evangelización!


cursillos cristiandad cincuentenario

El cincuentenario del movimiento de Cursillos de Cristiandad. Ante un siglo nuevo

El cincuentenario del movimiento de Cursillos de Cristiandad. Ante un siglo nuevo

cincuentenario cursillos cristiandad

Cincuentenario. Hay algo que no puedo esquivar: soy testigo de aquella hora; yo estuve junto a aquella cuna.

Me encanta estar con vosotros; me encanta que todavía queráis estar conmigo: somos el amanecer y el ocaso; pero el uno y el otro lleno de luz; la luz de la fe que estalla en la vida.

Tema: algo así como el cincuentenario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad ante el siglo que se avecina. Os confieso que no he tenido tiempo; pero intentaré dar un poco de lo poco que me queda.

Cincuentenario. Hay algo que no puedo esquivar: soy testigo de aquella hora; yo estuve junto a aquella cuna.

Yo había estado trabajando, algo en paracaídas y algo fuera de las estructuras eclesiásticas; entre la juventud.

Cuarteles, Colegio, Seminario, la Sapiencia [Residencia de estudiantes], las parroquias, pero desde fuera, el Consejo Diocesano de los jóvenes. Cuando llegó el nuevo Obispo -en marzo del 47, hace 51 años- me nombró Consiliario Diocesano de los Jóvenes, además de hacerme Canciller-secretario de la Cámara y Gobierno del Obispado. A mis 34 años.

Después de este currículum, me paso a preguntar: ¿cuál es el marco histórico, el caldo de cultivo en que nace el Movimiento de Cursillos.

Otra pregunta: ¿habría nacido el Movimiento de Cursillos de no existir la peregrinación a Santiago de Compostela de agosto de 1948? Dios, sobre todo -Él nos lo podría haber regalado- no sé cómo. Pero desde mis ojos de hombre, aunque iluminados por la fe…

• fue la ocasión de peregrinar,
• el hecho de la movilización espiritual,
• la mística de la peregrinación

Éramos unos “chalados”. Tan chalados, que no se nos comprendía. Con los primeros Cursillos, nace la oposición.

• Fuimos unos jóvenes con mucha fe, con mucho coraje, con mucha entrega y creatividad: Retiros, Hora apostólica, Sabatina, Periódicos, Radio Popular: plantificábamos hechos, anécdotas, leyendas en torno a Santiago, para aflorar.
Cabeza: formación los viernes: Ilusión, entrega, espíritu de caridad.
Preparación: 13 cursillos de adelantados

1) Creíamos que el mundo andaba mal, dando tumbos. Con ideas todavía cristianas, pero con las vidas al margen de Dios. Dios por los arcenes.
2) Concepto triunfal del cristianismo.
3) Convencimiento de la insuficiencia de los métodos: no en lamentaciones, sino punta de lanza que nos impulsaba codo a codo.
4) Conciencia de que el Señor no nos dejaba en la estacada: las samaritanas y los zaqueos podían volver a ser los grandes apóstoles.
5) Necesidad de tener un encontronazo.
6) Esfuerzo por hallar un camino que desde la vida nos llevara a la fe: Cursillo.
7) La posibilidad de que Cristo quisiera contar con nosotros, si nos disponíamos a ser instrumentos: para vertebrar cristiandad.

¿Continuarán siendo válidos?

• Carisma fundacional: el Espíritu.
• Adaptación a los signos de los tiempos para no ser profetas de calamidades sino sembradores de ilusión.
• Ardor: Emaús.
• Tenacidad: como en el lago los Apóstoles, después de trabajar toda la noche.
• Espíritu de sacrificio; el sepulcro de Cristo está abierto y yo lo he descubierto.

Madrid, 8 de enero de 1999


peregrinos santiago cursillos cristiandad

1948 Despedida peregrinos a Santiago

1948 Despedida peregrinos a Santiago

santiago cursillos

Ha llegado, por fin, la hora de Dios. La hora largamente anhelada y presentida

Ha llegado, por fin, la hora de Dios. La hora largamente anhelada y presentida con ansias vivas de 12 años, la hora que nos preparó otra generación de la que los 7.000 mejores ofrendaron su sangre en testimonio de su fe, con un ancho grito de Cristo Rey y una clara consigna que escuetamente decía: “Para Santiago, santos”; la hora que la Madre España espera con espera anhelante, ahora en que no se puede uno asomar sin escalofrío a la ventana del mundo y en que la tierra avanza hacia nuevos destinos misteriosos y en que los españoles nos agarramos al sagrado madero de una cruz que no queremos que naufrague y que no nos deje naufragar; la hora que ha sido y es y será por muchos años el palo mayor que sostiene la vela que hincha nuestras ambiciones juveniles; la hora de la Iglesia que por mano del Pontífice nos manda su Legación, mientras en uno de sus últimos discursos nos dice que el porvenir del mundo es de la juventud, de una juventud que sepa conquistarlo y dominarlo, de una juventud que sepa marchar en primera línea y ser milicia de vanguardia para la Cristiandad.

Ha llegado, peregrinos, vuestra hora, los bordones nos tiemblan en las manos temblorosamente impacientes; los ojos se nos suben hacia la altura para ver de divisar en lontananza las agujas de la Catedral compostelana, y el espíritu vibra sintiendo el vibrar de las cenizas del Apóstol de la Hispanidad que por nosotros cabalgará de nuevo en la Historia para la conquista total e Íntegra del mundo para Dios.

Y nos concentramos aquí en son de despedida que creo que casi huelga, pues llevándonos con nosotros a la Madre, siempre es poco lo que dejamos por lo que con nosotros se va. Pero siguiendo la santa tradición mallorquina, no podíamos hacernos a la mar sin despedirnos del Santo Cristo del Milagro, que en esta Parroquial Iglesia se venera. Y aquí hemos traído a la Virgen Peregrina para que se despidiera de él. Y yo pienso que ha de ser muy dulce para Cristo y para su Madre esa despedida porque ella se va para ser conductora y capitana de una juventud que recibirá en Santiago el espaldarazo del Apóstol para las grandes empresas apostólicas que Dios nos depare, se va para asistir a la mayor demostración de fe en extensión y en intensidad que haya tenido cabida ante el Pórtico de la Gloria. Se va llevando 800 peregrinos y retornará trayendo 800 apóstoles. Por eso la despedida tiene que llenar de ancho gozo el corazón de Cristo y el corazón de su Madre.

Sólo una ausencia puede empañar el gozo de esta hora: es la ausencia de nuestro Primer Peregrino, la ausencia del Pastor que días tras día y hora tras hora ha ido formando con su orientación y con su aliento, con su ejemplo y con su palabra, la promoción de Peregrinos; y que después de haber empezado en Lluch la peregrinación simbólica y después de exigirnos nuestro juramento de peregrinos de ser puros, apóstoles, mártires y santos; después de costear a más de 15 peregrinos pobres el camino que lleva a Dios, porque Dios lo quiere, tiene que quedar sin ir.

Nos despedimos de ti, católico pueblo de Mallorca. Únete a nosotros en estos días grandes para la cristiandad. Comulga con nosotros en la común unión de la Comunión de los Santos: Al fin y a la postre nuestro sudor, nuestra fatiga, nuestros sacrificios los ofreceremos por ti y por tu juventud: por esa juventud de que tenemos sed, como Cristo, y que con Cristo y por Cristo habremos de llevar a los pies de Dios.

Peregrinos: Recibid ya la bendición del Señor. El cielo nos mira. Los mártires nos sonríen. La Iglesia nos empuja. Y España nos espera. Dios lo quiere. El mundo es nuestro porque debe ser de Cristo. Nada ni nadie puede detenernos ya. Haremos resonar sobre las piedras compostelanas el ardor de esta tierra bendita. A la paz de Dios, cantando el himno del triunfo eterno, el himno del Rey bajo cuya enseña partimos y por cuyo reino lucharemos, aunque nos cueste la vida.

Mallorca, 25 agosto 1948
Parroquia de Sta. Eulalia