Testimonio de Juan Capó

Juan Capó fue el sucesor de Sebastián Gayá en la Conciliaría Diocesana de los Jóvenes y de Cursillos,

Después de un letargo de años, la inoperancia y la lentitud roma de años anteriores, D. Sebastián impulsó dinamismo juvenil, alentó una mística de acción y de entrega. Impulsó y comprendió. Compartió y estuvo o en la raíz o en la avanzadilla de todo lo que se intentó de fecundo entre la juventud de entonces de Mallorca.

Recuerdo cómo miraba, intenso y callado, cuando se discutía. Cómo presidía las reuniones del primer esbozo de Escuela de profesores. Era por la noche a última hora, en los locales del viejo caserón de Zavellá, 17. Escuchaba, intervenía, equilibraba, enderezaba, pero, sobre todo, encontraba las palabras síntesis. ¿Quién no recuerda las emisiones Ultreya?

Las vigilias de Pentecostés, la mística de la peregrinación, el estilo de la Guía del Peregrino delata su mano. La Hora Apostólica, aunque adaptada y retocada por la fuerza de los años, traduce su espíritu y su estilo.

Todavía he visto varias hojas escritas de su mano – no usaba máquina, como los poetas – en las que se conservaba la redacción original, la del primer momento.

Don Sebastián, que estaba en el ajo de todo lo que se hacía y pensaba, experimentó por primera vez y por única vez en la historia constitucional, después lo ignoro, de los Cursillos, su propio Cursillo en septiembre de 1949, siendo director del que llevaba el número XIII. “Proa” destacaba en 1950 la continuidad de pensamiento conmigo, diciendo: «Don Sebastián Gayá y don Juan Capó son dos almas íntimamente compenetradas. Si al primero le pidieran un Consiliario, nos señalaría al segundo, y no dudamos que éste pondría sus ojos en el primero.

(Pequeñas historias de la historia de los Cursillos de Cristiandad.
Madrid, Euramérica, 1970, págs. 35-36)