Salmo de la alegría

Salmo de la alegría

Estoy contento, Señor,
porque sé que me amas, a pesar de todas mis miserias.
Estoy contento, Señor,
porque, pase lo que pase, soy hijo tuyo, hermano de tu Hijo, templo del Espíritu Santo.
Estoy contento, Señor,
por todos mis días sencillos en que no ha faltado a los míos cuanto les era menester.
Estoy contento, Señor,
porque siempre ha habido pan en mi mesa, y tal vez una flor o un pájaro en mi ventana.
Estoy contento, Señor,
por el cariño de mi esposo, o, al menos, por la fuerza con que aguanto sus despistes.
Estoy contento, Señor,
por la sonrisa de mis niños, el día de su Primera Comunión.
Estoy contento, Señor,
porque, entre mis cruces, Te veo llevando la Tuya… y la mía.
Estoy contento, Señor,
porque, a pesar de las soledades, todavía quedan sonrisas sinceras y manos amigas.
Estoy contento, Señor,
porque, para mis desfallecimientos, Te quedaste en la Eucaristía.
Estoy contento, Señor,
aunque mis ojos lloren, por todo lo que me prestaste, y luego me pediste.
Estoy contento, Señor,
porque, a pesar de mi nada, puedo hacer algo para que Te amen.
Estoy contento, Señor,
porque, siendo Señor de todo, también quieres las migajas de mi pobreza.
Estoy contento, Señor,
por esos «momentos» que me proporcionas, para sentir mejor tu cercanía.
Estoy contento, Señor,
porque me rodeaste de cristianos, con quienes hacer mi Reunión de Grupo.
Estoy contento, Señor,
porque, para que nada faltara, me diste por Madre a tu Madre.
Bendito seas, Señor,
en medio de mis espinas y mis flores;
Bendito seas, Señor,
en mis días de calma y en mis días de tormenta;
Bendito seas, Señor,
cuando mi hiere Tu mano, porque una mano de Padre siempre acaricia.
¡Alleluia!


Señor, enséñame

Señor, enséñame

— Señor: enséñame a hacer tu voluntad
— Señor: sálvanos, que perecemos.
— Señor: que no sea un obstáculo a tu Gracia.
— Señor: dame de tu Pan de vida.
— Señor: que quiera todo y sólo lo que quieras Tú.
— Señor: ten piedad de mí.
— Señor: ayuda mi incredulidad.
— Señor: que vea.
— Señor: ¿qué quieres que haga?
— Señor: que me conozca y Te conozca.
— Señor: si quieres, puedes limpiarme.
— Señor: sólo Tú tienes palabras de Vida eterna. ¿A quién iré fuera de Ti?
— Señor: hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
— Señor: dime, como al paralítico: «levántate y anda».
— Señor: si es posible, pase de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
— Señor: dame sed de Ti.
— Señor: he visto tu estrella y vengo a adorarte.
— Señor: para Ti todo honor y toda gloria.
— Señor: sin Ti nada puedo.
— Señor: enséñame a hacer oración.
— Señor: envía operarios a tu campo.
— Señor: quédate con nosotros, que está atardeciendo.
— Señor… Señor…


María

María

Madre mía amantísima, acuérdate de este pobre pecador en todos los momentos de mi vida. Ave María

Acueducto de la divina gracia, lógrame abundancia de lágrimas para llorar mis pecados. Ave María

Reina del Cielo y Tierra, seas mi amparo y mi defensa en las tentaciones de los enemigos de mi alma. Ave María

Inmaculada hija de Joaquín y Ana, consígueme de tu amantísimo Hijo las gracias que necesito para salvarme. Ave María

Abogada y refugio de los pecadores, asísteme a la hora de mi muerte y ábreme las puertas de la Jerusalén celestial. Ave María


Dirigente

Dirigente

Señor, dame sentido de responsabilidad:
«los hombres caminan, pero Tú los guías».
¡Que tenga la cabeza serena, y el corazón encendido,
y la voluntad dócil,
y los pies prontos,
y los brazos afanosos,
y las rodillas dobladas,
para ser un poco palanca de este mundo
que, sin saberlo, camina hacia Ti!


Luz de mi vida

Luz de mi vida

Aunque el maligno levante barricadas contra mi fe, Señor,
sé que Tú andas metido en la urdimbre de todos mis acontecimientos;
sé que todo ocurre en el mundo bajo la luz de tu mirada;
sé que nadie da un paso sin que Tú lo dispongas o lo permitas;
sé que cuanto sucede lo habrás proyectado Tu para bien de tus escogidos;
sé que nos has perdido la ilusión de que yo suba en tu camino;
sé que, para esa subida, en mi peregrinar de santidad, contaré contigo todos los días.
Haz, Señor, que sienta todo esto hasta en lo más profundo de mi ser;
haz que lo viva de forma que todo ese «saber» sea la luz de mi vida.


Señor, sé mi esperanza

Señor, sé mi esperanza.

Señor, sé mi esperanza.
Sé mi brújula, para no dejar tus caminos.
Sé mi puerta para que por Ti entre y salga durante mi vida.
Sé mi pastor y yo tu mansa oveja.
Sé mi vid y yo tu sarmiento.
Sé el pan de mi vida; aliméntame.
Sé la luz del mundo: alúmbrame.
Sé mi camino, mi verdad y mi vida:
sé mi todo, sé mi centro
para que tienda yo hacia Tú imán de almas
esperanza de los espíritus,
y seas luego mi goce, mi dicha y mi amor,
en aquella región donde la esperanza muere porque se posee… Amén.


¡Señor, detente!

¡Señor, detente!

¡Señor, detente!:
aquí tienes ese trozo de vida que me queda,
para que Tú la rijas,
para que Tú seas su centro,
para que te hospedes en ella.
No llores, Señor, que nuestras lágrimas
las lágrimas de nuestro arrepentimiento,
las lágrimas de nuestro propósito de superación
sequen el llanto de tus ojos.
¡Quédate, Señor!,
que sin Ti se hace noche en la vida del alma.


Bienaventurados los mansos

Bienaventurados los mansos

Señor danos a entender,
danos enamorarnos,
danos vivir la bienaventuranza de tu mansedumbre;
arráncame, Señor, mis destemples y mis desplantes,
mis violencias, mis iras, mi mal humor.
Haz, Señor, que me doble siempre a tu voluntad,
como la flor al viento.
Haz que deje caer siempre a mi paso
una gota de serenidad y suavidad y dulzura.
Haz que sea alfombra para que los demás pisen blando; haz de mi vida una estela de luz suave, que a nadie deslumbre y sosiegue a todos, que eso, sí, eso es poseer la tierra, a fuerza de no quererla poseer.


Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia

Quiero, Señor, ¡límpiame!
quiero, Señor, gozar de la hartura de tu bienaventuranza,
quiero, Señor, hacer de mi vida un poema en tu honor,
quiero que cada acción mía sea un paso hacia arriba;
quiero luchar;
quiero esforzarme,
quiero como Tú quieres,
donde Tú quieres,
porque Tú quieres.


Bienaventurados los que sufren persecución por la justicia

Bienaventurados los que sufren persecución por la justicia

Haz, Señor, que no nos asusten las trincheras
que pueda el mundo levantarnos;
si las levanta, que la esperanza del Reino,
que la esperanza de tu justicia,
en la esperanza de tu gloria,
haga que por esos caminos sepamos hallar el camino
de nuestra mayor entrega a tu voluntad.