testimonio Mons Juan Hervas

Testimonio de Mons. Juan Hervás

Mons. Juan Hervás

Obispo de Mallorca y Ciudad Real

testimonio Juan Hervas

«D. Sebastián Gayá es uno de los obreros de primera hora, que ha trabajado, durante la mayor parte de su existencia y con lo mejor de su vida, como colaborador íntimo del que fue su Obispo diocesano… Al ser nombrado, por breve pero decisivo tiempo, Consiliario Diocesano de los Jóvenes de Acción Católica, poco después Secretario de Cámara y Gobierno, y en la actualidad destacado colaborador de su antiguo Obispo en el Secretariado Nacional, se fue perfilando con toda claridad, lo que había de ser la vocación principal de su vida: los Cursillos de Cristiandad.»

Ciudad Real, 25 de enero de 1969.
Prólogo que escribió para el libro de don Sebastián,
«Reflexiones para cursillistas de cristiandad»


Testimonio de Juan Capó

Testimonio de Juan Capó

Juan Capó fue el sucesor de Sebastián Gayá en la Conciliaría Diocesana de los Jóvenes y de Cursillos,

Después de un letargo de años, la inoperancia y la lentitud roma de años anteriores, D. Sebastián impulsó dinamismo juvenil, alentó una mística de acción y de entrega. Impulsó y comprendió. Compartió y estuvo o en la raíz o en la avanzadilla de todo lo que se intentó de fecundo entre la juventud de entonces de Mallorca.

Recuerdo cómo miraba, intenso y callado, cuando se discutía. Cómo presidía las reuniones del primer esbozo de Escuela de profesores. Era por la noche a última hora, en los locales del viejo caserón de Zavellá, 17. Escuchaba, intervenía, equilibraba, enderezaba, pero, sobre todo, encontraba las palabras síntesis. ¿Quién no recuerda las emisiones Ultreya?

Las vigilias de Pentecostés, la mística de la peregrinación, el estilo de la Guía del Peregrino delata su mano. La Hora Apostólica, aunque adaptada y retocada por la fuerza de los años, traduce su espíritu y su estilo.

Todavía he visto varias hojas escritas de su mano – no usaba máquina, como los poetas – en las que se conservaba la redacción original, la del primer momento.

Don Sebastián, que estaba en el ajo de todo lo que se hacía y pensaba, experimentó por primera vez y por única vez en la historia constitucional, después lo ignoro, de los Cursillos, su propio Cursillo en septiembre de 1949, siendo director del que llevaba el número XIII. “Proa” destacaba en 1950 la continuidad de pensamiento conmigo, diciendo: «Don Sebastián Gayá y don Juan Capó son dos almas íntimamente compenetradas. Si al primero le pidieran un Consiliario, nos señalaría al segundo, y no dudamos que éste pondría sus ojos en el primero.

(Pequeñas historias de la historia de los Cursillos de Cristiandad.
Madrid, Euramérica, 1970, págs. 35-36)


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Etapas de un Peregrinar. Etapa I: ¡En marcha los peregrinos!

Etapa I:
¡En marcha los peregrinos!

Cuarenta años de un caminar anhelante llevaba el pueblo de Israel, cuando después de la liberación de su esclavitud egipcia, pudo acampar en la Tierra Prometida, ansia de sus ilusiones, término de su itinerario.

Y en recuerdo de aquellos años de camino, cuando acontecía celebrar su recuerdo, en las fiestas pascuales, comía el Cordero, símbolo de su independencia y clarín de su peregrinación. Y lo comía, atadas las sandalias, probablemente de pie y empuñando el báculo del viaje. Estaban prestos a reanudar su ruta infatigable.

Toda la historia de Israel, con sus hecatombes y sus apogeos, era sombra y signo y aviso de una realidad. Y en esa página de inquietud y nomadismo, hay también su clara lección. Aquello era gritar a los oídos de los mortales todos, la verdad que formulará luego San Pablo, el peregrino incansable del mundo antiguo, en búsqueda de almas: “Esta nuestra casa terrestre es como una tienda” de campaña para el soldado, o como una tienda de marcha  para el alpinista. Cuando esta tienda se derrumbe, “tenemos un edificio, obra de Dios, una morada no labrada por manos de hombres”, sino construida por el Arquitecto de la eternidad…

¡Si el mundo llegara a percatarse, Señor, que aquí solo tiene el destierro que conduce al oasis; y que sólo ha llegado deportado a esta tierra para que esta tierra le sirva de pórtico a la Patria del más allá!

Por eso somos, nada más, viandantes. La Teología nos llama “viadores”, es decir, seres que estamos en vía, en camino: el camino que, con más o menos posadas de paso, nos lleva a la eternidad. Por eso San Pablo, en su carta a los hijos de Corinto, establece esta consigna, como cicerone, caudillo  y conductor de peregrinos: “Por la fe caminamos”: somos caminantes cuando recibimos la fe del Señor.

¿Cuál es la meta? ¡Dios!

Sin embargo, a lo largo del camino, el que ha jurado a Dios odio sin treguas, nos ofrece miradas con panoramas de embeleso. E ingenuamente, como Pedro en el Tabor, los turistas quisiéramos fijar aquí el término del viaje: “¡Qué bien se está!”. Las serpientes silban en cualquier ribazo del camino silbos encantadores. Y las sirenas del mar cantan en las rompientes de las olas, vestidas con mantos de seda azulada, como aquella “Ruixamantells” que inmortalizó Costa y Llobera.

Y no es posible escuchar su voz. El alpinista que ha subido al risco imponente, esparce la vista en abanico; admira el valle, y las fuentes que se persiguen, y las águilas que se hunden en los cielos. Todo aquello es bello; pero cuando el sol se precipita en el mar, también él deja su risco… y reanuda su marcha.

Así el hombre: los riscos y las perspectivas son -¡deben ser!- sólo espuela y acicate y aperitivo para los panoramas en que, al término de la vida, irá a dar. ¡En marcha hacia Dios!

¿Cómo llegar? ¡Santos! Porque Dios es el Santo de los Santos; es la Santidad. Y en su mansión –patria de los hombres romeros- sólo caben los que llevan en el alma un reflejo de su santidad.

Por eso Jesús a los apóstoles, a los discípulos, a los mercaderes y a los soldados, a los doctores y a los labriegos -¡a todos!- pudo dar su encomienda: “¡Sed santos como lo es vuestro Padre que está en los cielos!”

Por eso los santos han peregrinado constantemente, aun cuando vivieran recluidos y enclaustrados entre las paredes de un monasterio, o subidos a una columna del desierto, porque día tras día, sin saber de descansos ni desalientos, han ido llenando y cumpliendo las etapas del camino de santidad.

Por eso, todos, al llegar a la meta para sentarnos en el banquete del Rey, debemos llevar la vestidura nupcial de la santidad, so pena de ser arrojados a las tinieblas, al caos, a las penas sin fin.

Y ese es el sentido es el sentido espiritual y hondo de nuestra peregrinación a Santiago. Santiago fue el peregrino audaz que llevó su temeridad hasta el Finis Térrae –Finisterre-, el extremo de nuestra tierra española. Fue el peregrino, maestro de todos los peregrinos ibéricos.

Y Santiago ha sido, en largas centurias cristianas, el sepulcro amado de penitentes y romeros. Toda la cristiandad caminó hacia la tumba del Peregrino.

Y al lanzar hoy la Juventud Católica de España, ese anhelo de peregrinación a Santiago, afirma y jura, más que llegar ante los despojos del Apóstol, hacerse peregrina de un incesante caminar hacia Dios por las sendas de la santidad.

Iremos a Santiago, es decir: iremos a ser santos; peregrinaremos hacia el ideal; caminaremos hacia Dios.

Ni un día más de espera. No busquemos ya más en los mesones y posadas. Infatigablemente, incansablemente, cogeremos el cayado y la concha; atamos las sandalias, y emprenderemos la romería.

Somos una legión de peregrinos. ¡En marcha los romeros! ¡En marcha los aspirantes a la santidad!

Si os sorprende la noche de un desánimo, levantad los ojos a esos cielos que la noche empavesa de estrellas, y aún en la noche veréis lucir como una esperanza y aguijón del caminante, el camino de Santiago, que es el polvo de los romeros que un día fueros vanguardistas nuestros, hacia el Santiago de la santidad.

¡Corazón que vibras, no duermas! ¡Juventud heroica, no descanses! ¡Altos los ojos! ¡Alto el propósito! ¡Firme el paso!

¡Señor, danos ya el báculo de peregrinos!

Sebastián Gayá Riera
Diciembre 1945

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Etapas de un Peregrinar. Introducción

Introducción:

Durante el periodo de diciembre de 1945 a diciembre de 1946 se publicaron en Proa, la revista de los jóvenes de Acción Católica de la Diócesis de Mallorca, una serie de artículos. Bajo el título genérico de Etapas de un peregrinar sirvieron de preparación, norma y pauta para las reuniones de estudio del mes, en todas las parroquias de Mallorca, para la peregrinación a Santiago de Compostela de 1948.

Con palabras del presidente de la Fundación Sebastián Gayá, Mons. José Ángel Saiz Meneses:

«Al leer de un tirón en los viejos ejemplares de la revista PROA la serie de artículos titulada Etapas de un peregrinar publicada a la sazón de don Sebastián Gayá, sorprende que aquel escuálido papel prensa de la posguerra haya resistido tanto tiempo sin arder y consumirse -¡tanto fuego contienen!- y, a la vez, se entiende por qué, a poco de empezar los Cursillos, un periódico local mallorquín titulara una crónica sobre las novedades religiosas de la isla: Mallorca s’ha pegat foc! (¡En Mallorca ha prendido fuego!). Es que su autor empapaba la pluma no de la tinta de los teólogos o de los poetas, sino del celo de Aquel que dijo: He venido a prender fuego en la tierra, y ¡nada deseo tanto como que arda!»

Sebastián Gayá lo explica así en una entrevista:

«Cuando empiezo a publicar los primeros artículos de Etapas de un peregrinar es que realmente se ha puesto en marcha la preparación de la peregrinación de los jóvenes digo a Santiago de Compostela. Entonces naturalmente, [es] ese peregrino que, caminando tiene distintas etapas y eso [es] el motivo del título de los artículos en los que yo procuré condensar los temas teológicos que pudieran interesar a la juventud con la que yo estaba tratando en aquellos momentos, de tal manera que solía cada uno de los artículos tener cuatro partes para que sirvieran de guía a los consiliarios de Acción Católica en las distintas parroquias de Mallorca, principalmente con vistas a que se echaran a preparar la peregrinación de los jóvenes a Santiago (…). Los artículos tratan: Sobre el sentido de la vida: ideal, La gracia, Sacramentos, Oración, El pecado, Jesucristo, María, La Iglesia y Piedad, estudio y acción.

Una vez que se han publicado y que ves todos los artículos de Etapas de un peregrinar, te das cuenta de que coinciden muchos con los temas de los rollos “místicos” que no estaban hechos para el Cursillo. Pero Etapas de un peregrinar no era pensando en los rollos del Cursillo, de lo que debía ser un Cursillo de Cristiandad, que no existía. Y, por lo tanto, no era con esa finalidad. Luego ha coincidido la finalidad mía con la finalidad de los rollos de Cursillos, que tomaron en gran parte el nombre de los artículos. Luego me he dado cuenta de que, sin que yo hiciera nada, el Señor me fue diseñando bosquejos de algunos rollos “místicos” de Cursillos de Cristiandad».

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Mons. Sebastián Gayá. Cursillos de Cristiandad

ORACIÓN PARA LA DEVOCIÓN PRIVADA

Mons. Sebastián Gayá. Cursillos of Christendom

PRAYER FOR PRIVATE DEVOTION

Mons. Sebastián Gayá. Cursillos di la Cristianità

LA PREGHIERA PER LA DEVOZIONE PRIVATA

Mons. Sebastián Gayá. Movimento dos Cursilhos

ORAÇÃO PARA A DEVOÇÃO PRIVADA