Testimonio de José Pacheco

Testimonio José Pacheco

(Rector de Cursillos. Expresidente Diocesano de Cursillos en España)

A los dieciocho años, del nueve al doce de febrero de mil novecientos setenta y ocho, tuve el privilegio de hacer un Cursillo de Cristiandad. Privilegio porque ese Cursillo cambió la orientación de mi vida, incorporándome de una manera consciente a la corriente salvadora de la Iglesia.

En ese Cursillo el Director Espiritual era Sebastián Gayá. Durante el Cursillo hablé varias veces con él. Él supo hacerse el encontradizo en aquella labor de pasillo y sus palabras fueron preparando mi corazón para el encuentro con Cristo…

Creo que tuvo la suerte de ser el “criado” del Padre del hijo pródigo, que preparó el mejor vestido para mí y corrió a ponerme un anillo en los dedos y unas sandalias en los pies.

Tal vez él hubiera deseado ver pronto en mis ojos los destellos de luz que irradian los vuelcos de corazón. Pero eso no era posible porque yo tenía el corazón de piedra, bloqueado por la razón que todo quería entenderlo.

El Cursillo estaba casi terminado. Creo que todos habían encontrado al Señor, menos yo. En el entrañable comedor de la casa de Guadalajara acabábamos de merendar y rezábamos el Rosario antes de salir para la Clausura del Cursillo. En el último misterio, Sebastián pidió, a través de la Virgen, que se hiciera luz en uno de los presentes que buscaba con sincero corazón y no terminaba de “ver”.

En las últimas avemarías, mientras la Iglesia que había rezado por nosotros cantaba en los pasillos el “De Colores”, sentí mi corazón inundado por la Luz Divina y, en apenas unos segundos, con lágrimas en los ojos, entendí la razón de mi vida y la alegría de sentirme inmensamente agraciado.

Nunca olvidaré los ojos limpios de aquel “criado” llevándome cerca del Padre.

Muchos años después, en 1993, fui llamado a presidir el Movimiento de Cursillos de Cristiandad en España. Entonces tuve la suerte de trabajar -¡paradojas de la vida!–, en esta hermosa parcela de la Viña que es el Secretariado Nacional, con aquél pequeño “criado” de ojos claros que tantos años antes había sido elegido para dirigir mi Cursillo. Habían pasado muchos años, sin duda muchas viñas habrían sido podadas, incluso algunas, arrancadas de cuajo; sin duda muchos racimos habrían sido ya seleccionados; mucha habría sido la tarea de todos aquellos años pasados… Pero, en definitiva, allí seguía trabajando incansablemente, el “criado” al servicio del Viñador.

En los cuatro años de mi servicio, junto a otros queridísimos hermanos, tuve la suerte de trabajar con Sebastián. Su colaboración en todos los temas que se le pidieron, su conocimiento del Movimiento, su amistad sincera y su extraordinaria fidelidad al carisma inicial –sabiendo adaptarse a los tiempos de hoy desde la captación profunda de lo esencial, dejando a un lado lo accesorio y caduco– fueron para mí todo un testimonio.

Que Dios premie su entrega y servicio a los demás y, muy especialmente, al Movimiento de Cursillos, al cual quiso consagrar su vida, con la oportunidad de seguir siendo “el criado” del Padre para muchos más hijos pródigos.

Dios te bendiga, Sebastián. Gracias por todo.

Leganés, Madrid (España), 14 de octubre de 1998
Testimonio recogido en el libro
«Conversaciones con Sebastián Gayá» de Mariví García. Madrid. 2005


mariano vazquez

Testimonio de Agapito Díaz Cabrera

Testimonio Agapito Díaz Cabrera

(Sacerdote diocesano. Ávila. España)

mariano vazquez

Mi conocimiento y posterior trato con don Sebastián Gayá Riera no vienen precisamente a través del Movimiento de Cursillos, sino por otra vertiente de su excepcional personalidad.

Yo le conocí en los últimos días de noviembre del año 65, a mi regreso de Ginebra a Madrid, llamado por Monseñor Fernando Ferris Sales, Delegado Episcopal de la Pastoral de Migraciones.

Sustituí precisamente a don Sebastián en el cometido que él tenía encomendado en la Sede de Migraciones, en el número 10 de la calle Guadiana. Puedo decir que, desde aquellos primeros contactos y en los años siguientes en los que ha seguido y sigue una amistad entrañable por ambas partes, he visto siempre en don Sebastián a un sacerdote cabal, tal como le ha necesitado y necesita la Iglesia de nuestro tiempo.

Su capacidad intelectual y su gran corazón me han parecido siempre encomiables, cien por cien. Su modestia y su humildad, verdaderamente admirables.

Sus pruebas de amistad para conmigo, dignas del mayor elogio.  En su faceta de director y animador de los Cursillos de Cristiandad le he conocido menos, pero las referencias que he tenido de él han sido siempre ejemplares.

Ávila (España), 12 de octubre de 1998
Testimonio recogido en el libro
«Conversaciones con Sebastián Gayá» de Mariví García. Madrid. 2005


Testimonio de Loyola Gagné

Testimonio Loyola Gagné

(Sacerdote Sacramentino. Montreal. Canadá)

Conocí a Sebastián durante los Congresos Internacionales del Movimiento. Yo iba representando al Movimiento de Cursillos Francófonos en el cual ocupo el cargo de Secretario General desde el año 1981. Enseguida nos tomamos, mutuamente, mucho afecto, y por eso seguimos en contacto por carta desde entonces.

La primera vez fue en Madrid cuando fui a visitarle al Secretariado Nacional. Llevaba yo entonces algunas preguntas sobre la interpretación de la primera edición de las Ideas Fundamentales y me las respondió todas con una claridad extraordinaria.

Fue en esta ocasión cuando me enseñó el famoso cuadro de la Virgen de los cursillistas “Madre de la divina Gracia”, cuya reproducción tengo ahora en mi oficina de Montreal.

La segunda fue en julio de 1997, cuando me recibió en la isla de Mallorca. Estaba él de vacaciones en casa de su querida hermana -que en paz descanse- y me atendió durante varios días para enseñarme todos los tesoros de la historia del Movimiento en la isla. Yo iba con el manuscrito de un trabajo sobre los orígenes del MCC y Sebastián tuvo la inmensa paciencia de oírmelo -escrito en francés que yo le tenía que leer en español-  página por página, corrigiéndome expresiones o datos.

En esta ocasión aproveché para pedirle que me compusiera una oración a San Pablo como Patrono de los Cursillos. Él aceptó con mucha generosidad.

Me la mandó varios meses después, ya que, entre tanto, había sufrido una intervención quirúrgica a finales del año 97. Esta oración bellísima, tiene ahora una difusión mundial, pues se encuentra en nuestra página WEB de Internet de los Cursillos Francófonos, en la dirección: (www.cursillos.ca).

Para mí, Sebastián ha sido siempre y es, un faro que ilumina los orígenes de nuestro Movimiento, un testigo fiel y ardoroso que comunica su amor a los Cursillos. Cuando le oímos hablar, estamos como los discípulos de Emaús y nos arde el corazón.

En nombre de todo el Secretariado de los Cursillos Francófonos cuya existencia fue en varias ocasiones defendida por Sebastián en el seno del Organismo Mundial, quiero aprovechar esta oportunidad para expresarle nuestra mayor gratitud.

Montreal (Canadá) 9 de octubre de 1998
Testimonio recogido en el libro
«Conversaciones con Sebastián Gayá» de Mariví García. Madrid. 2005


josef garcia cascales

Testimonio de Josef García-Cascales

Testimonio Josef García-Cascales

(Sacerdote Claretiano. Viena, Austria)

josef garcia cascales

¿Unas palabras sobre mi querido y viejo amigo, Don Sebastián Gayá? ¡De mil amores!

Nuestra amistad es ya muy vieja, sólida, gozosa. Me parece que nos vimos por primera vez en la primera Ultreya Mundial en Roma el año 1966. Pero yo conocía mucho del perfil espiritual de Don Sebastián mucho antes. Y recuerdo que en una de las peroraciones durante la Ultreya en Roma algún sacerdote habló con simpatía de lo que Don Sebastián Gayá significaba como instrumento de Dios para el Movimiento de Cursillos de Cristiandad. Él hablaba de Don Sebastián como de un instrumento pequeño, porque Dios es grande… Yo creo, que el ser instrumento en manos de Dios es preciosísimo y grande, porque toda la grandeza de Dios se comunica al instrumento.

Dios al suscitar el Movimiento de Cursillos de Cristiandad se transmitió entre otros al pequeño instrumento Don Sebastián y lo hizo y lo dejó grande.

Más tarde nos encontramos con frecuencia en el Secretariado Nacional de los Cursillos de Cristiandad en Madrid. Y pasamos nuestras buenas horas en amigable, profunda, inquieta conversación. Yo le contaba algo de nuestras correrías por el centro de Europa al servicio de nuestro Movimiento. Y él me daba respuesta sacerdotal y pedagógica: admiraba mis hazañas, se interesaba y preguntaba… y reíamos. Él me contaba e iluminaba sobre cosas, dichos y hechos en lo tocante a todo lo del Cursillo, sobre todo su historia.

Mi apreciado amigo Don Sebastián no podía faltar en Austria y en el centro de Europa. Yo, personalmente, lo he invitado varias veces a estar entre nosotros, a celebrar con nosotros, a buscar y proclamar como nosotros.

Recuerdo muy especialmente nuestro encuentro en Altaussee en la Austria Alta, junto a uno de los lagos glaciales más preciosos de los Alpes Austríacos. Estaba con nosotros el entretanto fallecido Obispo de los Cursillos en Austria, Florian Kuntner, que apreciaba mucho a Don Sebastián. El segundo día del encuentro de Dirigentes de los Cursillos de Austria y Alemania, nos dio Sebastián por la mañana una meditación, en la que nos relataba, cómo surgió la trilogía “Espíritu de caridad, de ilusión y de entrega”, y sobre todo nos dijo unas palabras calurosas, con las que caldeó el ambiente.

Al final nos dijo: “Pedimos al Espíritu Santo, que sea viento y fuego en este encuentro, como lo fue en el día de Pentecostés para los Apóstoles, es decir: ilusión, entrega y amor.  Lo que se ha dicho ya muchas veces dejádmelo repetir a mí también: el Movimiento de Cursillos de Cristiandad puede ser un nuevo Pentecostés. ¡Dios lo quiere! ¿Creéis vosotros, que yo no lo voy a querer?”

En un encuentro del Grupo Europeo de Trabajo en Zagreb, la capital de Croacia, tuvo Don Sebastián una intervención muy sentida, de modo que el que era entonces Cardenal de Zagreb, Franjo Kuharic, tuvo un comentario largo y también muy sentido sobre las palabras de Don Sebastián.

En todos estos años hemos mantenido, Don Sebastián y yo, una correspondencia relativamente intensa, y no pocas de nuestras cartas las hemos publicado en nuestras revistas: él en la suya “Cursillos de Cristiandad”, y yo en la mía “Cursillos – Evangelium heute – “. En los últimos años, quizás por aumentar nuestros años de vida y por eso también el trabajo, nos hemos escrito algo menos. Pero los dos sabemos la infinidad de cartas que nos hemos escrito de corazón a corazón… tan intensas como los abrazos que nos damos cuando nos encontramos.

Otro recuerdo grande para mí de mi querido Don Sebastián: Después de algunos malentendidos nos decidimos en el Encuentro Mundial de Dirigentes en 1972 en Mallorca, empezando por los dirigentes de Portugal hasta los principiantes italianos e irlandeses, a “fundar” un Grupo de Trabajo Europeo. Las conversaciones preparatorias fueron vivas y hasta entusiastas. El más tarde Obispo de Funchal, Francisco Santana, escribió unas actas preciosas sobre estas conversaciones. Allí estaba Don Sebastián Gayá: callado, atento, animando. Entre otros fue él, el que pidió insistentemente, que la dirección del Grupo de Trabajo Europeo la asumiésemos nosotros en Viena. ¡Buen amigo, Don Sebastián! ¡Buena carga, cuando los Cursillos en Europa estaban en general en “tenguerengues”! Y cuando fuimos a la capilla, recuerdo, que Don Sebastián estaba arrodillado junto a mí, muy calladico, muy humildico, pero muy decidido cuando tuvo su “oración sonora”.

Y ahora me dirijo a ti directamente, mi querido y viejo amigo, Don Sebastián: Dios te mantenga el espíritu abierto para todo y para todos, que siempre has tenido y tienes… Dios te pague el corazón gozoso que siempre nos has ofrecido… y en tu humildad, alguna vez sufriente, sigue valientemente mirando hacia arriba, y desde arriba hacia abajo.

Una amistad larga y gozosa llega a hermanar, y si se hace más larga y es más anhelada llegará a hacer hermanos gemelos.

Viena (Austria), 9 de octubre de 1998


testimonio Mons Juan Hervas

Testimonio de Mons. Juan Hervás

Mons. Juan Hervás

Obispo de Mallorca y Ciudad Real

testimonio Juan Hervas

«D. Sebastián Gayá es uno de los obreros de primera hora, que ha trabajado, durante la mayor parte de su existencia y con lo mejor de su vida, como colaborador íntimo del que fue su Obispo diocesano… Al ser nombrado, por breve pero decisivo tiempo, Consiliario Diocesano de los Jóvenes de Acción Católica, poco después Secretario de Cámara y Gobierno, y en la actualidad destacado colaborador de su antiguo Obispo en el Secretariado Nacional, se fue perfilando con toda claridad, lo que había de ser la vocación principal de su vida: los Cursillos de Cristiandad.»

Ciudad Real, 25 de enero de 1969.
Prólogo que escribió para el libro de don Sebastián,
«Reflexiones para cursillistas de cristiandad»


Testimonio de Juan Capó

Testimonio de Juan Capó

Juan Capó fue el sucesor de Sebastián Gayá en la Conciliaría Diocesana de los Jóvenes y de Cursillos,

Después de un letargo de años, la inoperancia y la lentitud roma de años anteriores, D. Sebastián impulsó dinamismo juvenil, alentó una mística de acción y de entrega. Impulsó y comprendió. Compartió y estuvo o en la raíz o en la avanzadilla de todo lo que se intentó de fecundo entre la juventud de entonces de Mallorca.

Recuerdo cómo miraba, intenso y callado, cuando se discutía. Cómo presidía las reuniones del primer esbozo de Escuela de profesores. Era por la noche a última hora, en los locales del viejo caserón de Zavellá, 17. Escuchaba, intervenía, equilibraba, enderezaba, pero, sobre todo, encontraba las palabras síntesis. ¿Quién no recuerda las emisiones Ultreya?

Las vigilias de Pentecostés, la mística de la peregrinación, el estilo de la Guía del Peregrino delata su mano. La Hora Apostólica, aunque adaptada y retocada por la fuerza de los años, traduce su espíritu y su estilo.

Todavía he visto varias hojas escritas de su mano – no usaba máquina, como los poetas – en las que se conservaba la redacción original, la del primer momento.

Don Sebastián, que estaba en el ajo de todo lo que se hacía y pensaba, experimentó por primera vez y por única vez en la historia constitucional, después lo ignoro, de los Cursillos, su propio Cursillo en septiembre de 1949, siendo director del que llevaba el número XIII. “Proa” destacaba en 1950 la continuidad de pensamiento conmigo, diciendo: «Don Sebastián Gayá y don Juan Capó son dos almas íntimamente compenetradas. Si al primero le pidieran un Consiliario, nos señalaría al segundo, y no dudamos que éste pondría sus ojos en el primero.

(Pequeñas historias de la historia de los Cursillos de Cristiandad.
Madrid, Euramérica, 1970, págs. 35-36)